lMANGO BEYONCÉ En 2018, la ceremonia de boda de Isha Ambani generó entusiasmo en toda la India. El simple hecho de recibir una invitación les dio a los líderes empresariales y políticos obsesionados con el estatus el derecho a presumir. El costo de las nupcias, con innumerables eventos auxiliares, supuestamente superó los 100 millones de dólares. Una suma asombrosa para casi cualquiera, pero no para la familia Ambani, que posee una participación mayoritaria en Reliance Industries, la empresa más valiosa del país, que domina todo, desde las telecomunicaciones hasta la refinación de petróleo. A pesar de algunas quejas contra los ricos, muchos indios parecen haber visto este evento, que incluso los maharajás de antaño envidiaban, como una prueba de que la India –y los negocios indios– podían brillar nuevamente.
Uno habría esperado que las celebraciones de la boda del hermano de Isha, Anant, que duraron meses y terminaron el 14 de julio, provocaran una respuesta igualmente positiva. Vimos aún más estrellas internacionales (Katy Perry, Justin Bieber y Rihanna), más bling (trajes bordados en oro, así como suficientes rubíes, diamantes y esmeraldas del tamaño de balas de golf) y un precio más alto (la cifra de 600 millones de dólares ha sido propuesto). Ha sido un importante contribuyente a la floreciente industria de bodas de la India, que genera quizás 130 mil millones de dólares al año en ingresos (sólo los alimentos representan una proporción mayor del gasto minorista indio). Detrás de los innumerables y hermosos saris de la boda de Ambani, había miles de diseñadores, sastres y costureras; Detrás de los bailes y elaborados decorados, miles de coreógrafos, músicos y carpinteros. La boda llenó hoteles, jets privados, una flota de carritos de golf y al menos un crucero.